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Nos hemos enterado por la prensa de que en el Jardín Botánico Carlos Thays de la Ciudad de Buenos Aires se desarrolla una “Muestra Inmersiva Lumínica”, denominada Secret Garden. Al respecto, queremos recordar que un Jardín Botánico no es un jardín corriente. Es el Museo de las Plantas y su objetivo es científico, artístico, educativo y social. Así lo entendió Thays cuando lo proyectó y construyó. Luego de años de trabajo, pudo ser librado al público en 1898.
Es uno de los pocos sitios de la ciudad en los que prima el verde vegetal vivo. A tal punto, que constituye un oasis de vida para la flora, la fauna y los seres humanos que buscan sosiego y calma en la ajetreada y ruidosa vida urbana. Es por el follaje frondoso de sus árboles y el suelo absorbente que, el GCABA lo ha designado primer Refugio Climático de la Ciudad, para ser utilizado cuando el verano nos traiga temperaturas extremas. En este contexto, llama la atención que, en vez de ampliar esta manera de entender el espacio verde público a las plazas y parques, se haga el camino contrario, llevando al Jardín Botánico artificialidad, plástico y metal. Más aún cuando desde el punto de vista ambiental, tanto la luz artificial nocturna como el sonido alteran los ciclos de descanso de la flora y la fauna, provocando el quiebre de la necesaria tranquilidad y silencio.
Por sus valores ambientales, históricos y culturales el Jardín Botánico de Buenos Aires fue declarado en 1996 Monumento Histórico Nacional. Por lo tanto se debe cumplir con lo establecido en la ley 12.665 que determina que toda intervención en él debe ser aprobada por la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos. Sabemos, por declaraciones de dicha Comisión, que ésta no fue consultada. Hoy vemos, azorados, como un siglo y cuarto de trabajo de cientos de trabajadores y el afecto de tantas generaciones, es puesto en peligro por un espectáculo comercial, que no respeta a sus plantas, su fauna, sus edificios patrimoniales, su historia, ni la imagen del lugar que guarda el inconsciente colectivo.
Tampoco se respeta su categoría de espacio público, pues se cobra entrada. Los organizadores dicen que se podrá continuar visitando el Botánico como siempre, de 9 a 17 horas, pero ¿en cuáles condiciones? ¿con los estanques cercados y rodeados de instalaciones? ¿con cables, artefactos lumínicos apagados, estructuras de alambre y plástico por doquier? ¿con instalaciones “camufladas” con ramas cortadas de árboles vivos? ¿con publicidades empresarias? ¿con food trucks? Estamos hablando de un espectáculo para cuya realización se requiere del montaje de escenografías, instalaciones de luz y sonido, redes de alimentación de energía, video, etc. con importante impacto patrimonial y ambiental.
La arquitectura y las obras de arte, son banalizadas. El microclima y el ecosistema del Jardín Botánico -que deberíamos cuidar como el reservorio patrimonial que es- son perturbados por la falta de respeto a la flora y la fauna, por lo que consideramos totalmente fuera de lugar esa instalación. En lugar de concientizar sobre el valor patrimonial de este espacio verde, prima la banalidad de mostrar al público mariposas de plástico con luz, antes que a las verdaderas, atraídas por arbustos y entre flores vivas. El patrimonio del Jardín Botánico debe ser protagonista y no mero soporte de instalaciones artificiales. Si se tratara de homenajear al jardín y su creador podrían haberse planeado visitas nocturnas para apreciar los sonidos de la naturaleza, los aromas, la penumbra y caminar por los senderos apreciando la magnificencia del entorno a la luz de la luna.
Desde la Secretaría de Ambiente, se informó oficialmente que se “valora y respeta de manera irrenunciable el patrimonio que representa el Jardín Botánico Carlos Thays para la Ciudad de Buenos Aires”. Por lo que vemos, es un modo extraño de hacerlo.
Cabe recordar que las autoridades del GCBA, Sra. Abogada Inés Gorbea y el Sr. Licenciado en Ciencias Políticas Ariel Álvarez Palma, respectivamente Secretaria de Ambiente y Subsecretario de Políticas de Infraestructura Verde Urbana y Desarrollo Sostenible, tienen entre sus responsabilidades:
• Reconocer y garantizar el cuidado del ambiente como patrimonio común de todos los ciudadanos.
• Velar por la preservación y restauración del patrimonio natural, urbanístico y de la calidad sonora, para que los vecinos puedan disfrutar de una Ciudad sustentable y a escala humana.
• Entender en el mantenimiento del Jardín Botánico Carlos Thays, sosteniendo y fomentando su riqueza biológica, trabajo científico y actividades educativas y recreativas.
El patrimonio de la ciudad pertenece, por herencia y derecho, a la ciudadanía que la habita, siendo los funcionarios públicos quienes deben garantizar el buen uso y conservación del mismo. Nos preocupa sobremanera el antecedente de impunidad que quedará para el futuro y nos preguntamos cuánto costará revertir, en los jóvenes y niños que concurran a este espectáculo, la falsa idea de que han visto un Jardín Botánico. Quienes esto firmamos somos profesionales y ciudadanos que vivimos, visitamos o transitamos la Ciudad de Buenos Aires, que hemos dedicado parte de nuestras vidas a la defensa del patrimonio cultural de la ciudad y estamos convencidos de que es la población la que debe hacer escuchar su voz y velar por el bienestar común, cuando quienes tienen las responsabilidades ejecutivas y de gestión no lo hacen.
En el siguiente enlace está disponible el formulario online para adherir a la Carta Abierta en DEFENSA DEL JARDÍN BOTÁNICO
El audio del siguiente video, es el audio original de un sector de la muestra que curiosamente lo describe asi: “…Es un momento efímero, lleno de gratitud y serenidad, donde el jardín revela su último secreto antes de cerrar sus puertas, dejanndo en nuestro corazón el recuerdo eterno de su encanto y belleza…”
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